El 28 de julio de 1821, el libertador Don José de San Martín proclamó la independencia del Perú, dando inicio a la última etapa de erradicación de las fuerzas realistas del territorio peruano. Este proceso finalizó tres años después, el 9 de diciembre de 1824, con el triunfo de las tropas peruanas en la Batalla de Ayacucho. Inmediatamente después, el debate de la nueva clase política se enfocó en cuál podría ser la mejor forma de gobierno para el país: una república democrática o una monarquía constitucional. El argumento de quienes abogaban por la segunda opción se fundamentaba en la inexperiencia de los peru anos en cargos gubernamentales y administrativos. En ese sentido, proponían elegir a un gobernante ex tranjero que cimente las bases de la recientemente constituida Nación. La lógica de esta propuesta no pudo competir con el horror provocado por el fantasma de un gobierno foráneo impuesto a la fuerza y que no llegó nunca a comprender la cultura local. De esta manera, se optó por transitar el camino a una república democrática desde cero.
En el Bicentenario de la Independencia, sin embargo, es necesario cuestionarse si hemos llegado a la meta. Según la Real Academia Española, la palabra nación posee cuatro posibles definicones que ligan estrecha mente el territorio a sus habitantes, a su forma de gobierno y al idioma. Una de estas acepciones, sin embar go, genera más dudas que certezas, pues considera que una Nación es el “conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común”. Si tomamos en cuenta que el castellano coexiste con varias y diversas de lenguas de comunidades inídgenas originarias dentro del territorio peruano, ¿podemos imaginar, más bien, que el Perú está compuesto por un conjunto de naciones? Pensar en el Perú como una nación perfecta y totalmente unificada coloca un filtro romántico y utópico ante nuestros ojos, haciendo que pasemos por alto grandes problemas que ponen en riesgo tanto la integridad física de muchos de sus habitantes como su riqueza cultural inmaterial. Tememos los que desconocemos, y ese desconocimiento de gran parte
de nuestro territorio, de nuestras culturas, de nuestras tradiciones el que desencadena el miedo que alimenta el racismo, la discriminación e invisibilización que sufren muchos de nuestros compatriotas. Como una forma de frenar este problema, en el 2019, la artista interdisciplinaria Clara Best dio vida a Fron teras de la Nación, un proyecto artístico pedagógico de larga duración. Desde ese año, la artista ha visitado algunas comunidades indígenas originarias del país para realizar talleres artísticos con niños que asisten a escuelas que ofrecen el servicio de Educación Intercultural Bilingüe (EIB), centros educativos con planes de estudio alineados a las políticas educativas estatales que emplean la lengua propia de la comunidad en la que se hallan.
Con la pregunta “¿Dónde vives?” la artista invita a los niños a comenzar un proceso de reconoci miento de las zonas en las que viven. Una vez concluida esta etapa, crean arpilleras de pequeños formatos con las que, a modo de una narrativa visual, los niños describen sus barrios y los elementos que los caracterizan desde una perspectiva personal y que parte de los conocimientos ancestrales de las comunidades indígenas a las que pertenecen.
La actividad finaliza con la creación colecitva de una gran arpillera en la que integran las que trabajaron previamente. De esta manera logran componer un gran mapa que reúne y cuenta las historias de los hogares de los niños. Debido a la emergencia sanitaria global, este proyecto tomó una pausa temporal en el 2020, y retomó sus acciones este año. Los talleres que Best realiza no solo contribuyen con el aprendizaje de los niños a través del arte, sino que también le permiten a la artista conocer de primera mano los problemas y necesidades por los que atraviesan estas comunidades y que muestra al público por medio de las arpilleras colectivas. En este catálogo, el lector encontrará el análisis de esta problemática desde el testimonio personal de la artista y desde los enfoques de María Cecilia T. Espinoza y Clara María Rodríguez Ruiz, historiadoras del arte y arte educa doras que tienen la interculturalidad como eje en sus investigaciones y proyectos culturales.
Una vez proclamada la independencia y expulsadas las fuerzas realistas del territorio peruano, el debate de la nueva clase política se enfocó en cuál podría ser la mejor forma de gobierno para el país: una república democrática o una monarquía constitucional. El argumento de quienes abogaban por una monarquía constitucional era la inexperiencia de los peruanos en cargos de gobierno y administración. En ese sentido, proponían elegir a un gobernante extranjero, una suerte de príncipe, para que, siguiendo un modelo ya probado y funcional, pueda hacer prosperar a la recientemente constituida Nación. La lógica de esta propuesta no pudo competir con el horror que provocaba el fantasma de un gobierno foráneo impuesto a la fuerza y que no llegó nunca a comprender la cultura local. De esta manera, el país optó por construir el camino hacia una república democrática desde cero. En el Bicentenario de la independencia, sin embargo, es necesario cuestionar se de qué manera hemos construido y recorrido este camino.
Debido a la poca experiencia en el gobierno del recientemente nacido Estado Peruano, los líderes políticos vieron en países como Estados Unidos y Francia modelos de crecimiento y desarrollo. Por esta razón, decidieron adoptar algunas de sus políticas económicas y educativas. En una suerte de contradicción a los nuevos principios de libertad e independencia, estas fueron impuestas a la población en general, sin considerar sus necesidades, entornos y culturas.
Fronteras de la Nación es un proyecto de Clara Best que cuestiona la existencia de una sola Nación en el territorio peruano. Reconociendo la multiplicidad de culturas que cohabitan este espacio, Best se inserta en los centros educativos de comunidades de los Andes y de la Amazonía para descubrir qué opinan los niños sobre la manera en que funciona el sistema educativo. En un taller creativo que invita a la reflexión desde el hacer, en conjunto crean arpilleras que les ayudan a contar sus historias y perspectivas.
Cámara y edición de Siwar Peralta y Clara Best
Según la Real Academia de la Lengua, la palabra “nación” significa “Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.”. Fronteras de la Nación es una propuesta para la integración de enfoques transversales, como son la interculturalidad, la inclusión, la ciudadanía y el derecho, a través de la crítica de que vivimos en una sola gran nación llamada Perú.
Teniendo en cuenta que muchas poblaciones indígenas son vulneradas al no reconocer su autonomía y sus derechos sobre los espacios que han habitado a través de generaciones.
La arpillería es una técnica tradicional que consiste en la utilización de retazos de telas y bordados para generar narraciones visuales; asimismo, es utilizada en diferentes países como Argentina, Chile y Perú. Como es el caso de la arpillería desarrollada por Mama Quilla, el colectivo utiliza retazos de telas para coser narrativas sobre el conflicto interno de los años 80’s. Es una técnica de fácil manejo y no se necesita ser un experto para realizarla, por lo cual se utilizó para propiciar la narración visual en los niños.Teniendo en cuenta que estamos a pocos meses del bicentenario de la República, es necesario seguir trabajando proyectos comunitarios donde el arte funcione como un puente de diálogo en la búsqueda de una integración nacional, donde se respeten los derechos de todos los habitantes.
Comunidades
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Talleres complementarios
15 de Diciembre - 4pm
El taller es online y se transmitirá por FB LIVE. Puedes participar en el taller ingresando en el link adjunto: